lunes, 29 de junio de 2009

JAMAS BESADA


Bueno, sí...una vez.
¿Les ha pasado que han perdido la fe en que llegue el momento de enamorarse?
Yo solía escuchar las palabras de Emilia, "que nunca voy a enamorarme", decía... "que nunca llegará EL chico", y yo le repetía "no, mi nena...las chicas como tú no se quedan solas".
Yo tenía razón.
Emilia es una chica tan linda! Tiene unos ojos inconfundibles, es risueña y siempre anda de buen humor. Le pone todo el entusiasmo a la vida...a cada cosa que hace, además es muy inteligente y tiene un corazón muy grande.
El hecho es que nadie podría imaginar que hasta ahora no se hubiese cruzado con el amor, sobretodo porque es una soñadora sin remedio, romanticona y dulzona (y blanquita y con pecas) como el arroz con leche con pasas y canela.
Podrían haberse imaginado que en un escenario sin príncipes azules, Emilia tenía por lo menos algo de chica desesperanzada o fastidiada con el mundo...pero ella era todo lo contrario.
Emilia siempre estaba contenta...y luego de las quejas que de vez en cuando nos lanzaba, se reía y decía "es verdad, Amanda...pronto llegará"; entonces volvía a recobrar su fe, su esperanza, no diré su alegría...porque esa nunca la perdía. Ella se emocionaba con las canciones románticas, bailaba y coqueteaba con la vida y le brillaban los ojos con las historias de "a dos".
Podrían creer que envidiaba los cuentos de hadas de las amigas pero por el contrario...suspiraba junto a nosotras, era feliz con nuestras nuevas emociones y sufría nuestras decepciones con toda la solidaridad del mundo, pero claro está con mucha más sensatez.

Hay personas que han nacido para brillar y Emilia es una de ellas.

Emilia siempre nos daba lecciones porque es una persona con el alma totalmente limpia. Ella intuía que el amor para serlo, debía ser bonito y por eso crecía cada día para que llegado el momento, lo entregara a todo dar y pusiera su corazón a flote...no para otro, sino para sí misma...para dejarlo amar y conocer lo lindo que es que los sueños se hagan realidad.
...

Emilia siempre bromeaba con su inexperiencia sexual...el caso es que tenía tanta experiencia en ser dulce y apasionada en todo lo que hace...que nosotros bien le augurábamos un futuro promisorio en aquellos avatares ;).

Emilia compartía sus miedos con nosotras, sus dudas, sus inquietudes, sus preguntas de besos y algo más...su fe en el amor y, claro que sí, en la amistad.
Emilia vivía algo ilusionada con un chico que no ataba ni desataba, bonachón pero ahí no más...(yo, mientras tanto, presagiaba que la persona que llegara a su vida debía ser un chico totalmente fuera de serie).
Emilia tenía curiosidad y una noche, bailando, besó a Carlos.
Dice que la pasó muy bien, y yo le creo. Fue su primer beso...y ella lo tomó como eso...su primer beso y nada más. Sin chispitas de colores, ni dramas, ni proyecciones...había sido un antojo de miel cumplido, sin más ni menos.

...Jorge, ya aparecía en su vida.
La miraba, la engreía...desde los postres de medio día hasta las palabras bonitas de la noche cuando la dejaba en su casa, feliz. Emilia se enredaba en sus ilusiones y sus temores, pero seguía cantando y sonriendo...ella es así.
Jorge la llenaba de gestos lindos y detalles...ella se llenaba de mariposas en el estómago, latidos fuertes y fuegos artificiales en los ojos...Emilia se estaba enamorando.
Emilia descubrió que casi todos tenemos un pasado, Jorge tenía uno pequeño, de dos años, se llamaba Esteban y era hijo suyo.
Claro...nosotras que tanto la queríamos teníamos miedo de que Emilia saliera lastimada; era inexperta, decíamos...demasiado buena, inocente y con poco pasado para todo el que venía de la mano con Jorge. Pero como no podía ser de otra manera...Emilia nos contagió la fe, una que terminó con nuestras dudas y nos hizo decir "adelante"...yo creo que todas sabemos que ella es tan maravillosa que lo que viva lo hará de una forma excepcional.
También sabemos que si hay un tropiezo, estaremos ahí para levantarla...aunque en el fondo no nos atrevemos a admitir que será ella quien probablemente ya se haya levantado cuando estemos listas para darle una mano.
¿Porqué?
Porque Emilia sabe que no importa qué pase...ella ha tomado la decisión de ser feliz y va a construir en cada momento la felicidad que merece el corazón puro y único que tiene. Nosotras sabemos que no importa qué pase...ella merece tantas sonrisas como las que nos ha regalado, así que seguramente, sea cual sea el destino de esta historia, ella la vivirá feliz.
Él sabe que tiene a su lado una mujer maravillosa, llena de vida y de sentimientos nobles...sabe que tiene detrás unos cuantos ojos llenos de expectativas, unas cuantas manos llenas de confianza y muchos sentimientos llenos de orgullo por ser ella quien es...por eso, con ese recelo que sólo conocemos las mujeres...andamos mirándolo por ahí, calladitas, haciéndole saber que tiene con él una parte imprescindible de nosotras, que debe cuidar y valorar siempre.
Ella sabe que ahora el pequeño Esteban es parte de su presente, y que puede ser parte de su futuro. Ella y nosotras estamos convencidas que eso se convierte en un extra cuando se trata de la persona que amas.
Increíblemente, con un escenario que aparenta no ser muy favorable, yo estoy segura que de todas nosotras, Emilia es la más feliz.
Yo intuyo que es porque Emilia es como un libro que empieza a escribir un escritor célebre, que conoce bien cómo hilar las palabras y la vida para hacer una novela de Nobel. No la ha escrito aún...pero todos saben que será un libro de colección...
...Yo creo que el libro se escribe en un momento justo: con el papel listo para que la tinta nueva caiga sobre él.
Yo sé, Emilia, que tú has nacido para escribir historias felices...y que la tuya no fue una de espera sino de esperanza en el amor...en el amor bonito.
No hagas caso, Emilia, a lo que parece ser difícil. Tú puedes, y lo sabes, hacer de esto un final feliz de esos que escuchabas hablar, de esos que veías en la tele, de esos que imaginabas escuchando las canciones de Vos Veis, de esos que más de una vez soñaste despierta cuando jamás te habían besado.

Que suene cursi...hoy no me importa...hoy quiero escribir tu historia de amor, porque me hace feliz y me llena de fe.

Esto es para ti y para todas las personas que nunca han perdido la esperanza en el amor. Prometo no hacerme esperar la próxima vez...pero miren ustedes que no hay espera que sea en vano...que lo diga Emilia.

"es verdad, Amanda...pronto llegará"
Sí, Emilia..."hay personas que han nacido para brillar y tú eres una de ellas"

lunes, 4 de mayo de 2009

Hombre de Mente porcina

…a propósito de las Pandemias…
Síntomas, enfermedad, convalecencia y receta!

He escuchado tanto de influenza últimamente que repasando los síntomas me di cuenta que yo padecí de una…la de un sujeto que tenía la mente porcina.

Vamos a decir que se llamaba H.M.
¿Hombre de M…alas intenciones?, ¿Hombre Malo?, ¿Hombre Manipulador?, ¿Hombre de Mente porcina?, ¿Herman Monster?…dejémoslo ahí que coincidencias de esa naturaleza hay demasiadas…

H.M. era el tipo sinH que mencioné en mi post anterior y aquí sí no hay que especular mucho porque sinH significa sin huevos, así de clarito.

Cuando lo conocí estaba en uno de esos momentos en el que quería volver a enamorarme, había visto en él un chico con todas las cualidades para hacerlo (ahora no sé si fue una visión o si mis ojos se lo inventaron por conveniencia propia) y así pasé sin saberlo a cometer el mayor error de mi vida.

Acababa de terminar una relación con un chico maravilloso con el que lamentablemente no me llevaba bien (pero al que hasta ahora quiero mucho) y entonces me quise aferrar a esta oportunidad de ser feliz…nada más falso!; él, como buen manipulador, empezó por hacerme creer que me quería, que yo era exactamente lo que necesitaba luego de todas sus relaciones catastróficas y que “era lo mejor para él”¸ y yo como toda inexperta en tratar con este tipo de sujetos, me la creí.

La verdad, no puedo hablar de “este tipo de hombres” porque creo que él es único en su género, en mi vida he conocido a una persona tan egoísta, manipuladora, falsa, maliciosa y con tan poco aprecio por los sentimientos de los demás. Evidentemente H.M. jamás me quiso, me engañó una y otra vez, y yo me engañé a mí misma al creer en él, mejor dicho al querer creer en él porque en el fondo sabía que mentía. Así, me fue envolviendo en un mundo de dolor, casi sin notarlo, empecé a conocer lo peor de mí, me volví revanchista con la basura que me daba, infiel y falsa en lo que llaman legítima defensa, aprendí lo peor de las relaciones humanas, conocí un submundo en el que todo estaba permitido, en el que dañar al otro te engrandecía…me envilecí.

Casi no reconozco a esa persona que llegué a ser, una amiga psicóloga (más amiga que psicóloga) me dijo una vez que lo que sucedió entre él y yo fue que nuestros lados malos engancharon, yo entendí por esa expresión que nuestros lados malos aprendieron a retroalimentarse, fue mutuo el daño no lo niego…con la diferencia que por su lado fue gratuito y que además él siempre fue así, hizo lo mismo (con algunas matices) en todas sus relaciones anteriores…destruir.

No voy a desnudar algunos de sus secretos más íntimos que podrían explicar (nunca justificar) lo que hace y lo que es, no voy a hacerlo porque eso me volvería como él, pero quiero decir que fue una experiencia de cloaca, algo que recuerdo como un flashback de tortura y envenenamiento. El hecho es que lamento haber sido parte de eso y lamento que las personas lleguemos al punto de vernos tan inmersos en esas mierdas de relaciones que no nos damos cuenta que hay un mundo afuera, bonito, libre y feliz para vivir.

Alguna vez juré que si volvía a mencionarlo sería en el momento en que ya no me doliera nada de él; hace ya buen tiempo me di cuenta que cuando una relación es tan mala, no duele, jode; cuando uno está tan acostumbrado a convivir con las desilusiones, la desconfianza y las mentiras, ya nada sorprende, sólo hace que empieces a verlo como algo natural y te acostumbras que es lo peor.

Te acostumbras y te vas volviendo así.

Hay dos momentos que recuerdo mucho porque fueron de los pocos en que realmente sentí que reconoció lo que hizo conmigo, en uno de ellos me dijo “cuando peleo contigo ahora, a veces siento que peleo conmigo mismo”. Era verdad, adquirí todos sus malos hábitos para herir, para lastimar, para darle “en donde más le dolía”, para manipular y mentir, muchas veces para que pruebe de su propia medicina, otras muchas para que volteara a ver lo que estaba haciendo de mí, porque verse reflejado en mí era la única forma de que tomara un poco de conciencia de la atrocidad que estaba cometiendo con otro ser humano.

El segundo momento fue al escucharlo decir “hoy me dio miedo verte tan asustada, porque me di cuenta que nunca habías vivido estas cosas y yo sí”. Era cierto, sin entrar en más detalles, puedo decir que viví relaciones sanas y bonitas…de pareja, de amistad, de familia, pero todas así, o por lo menos ninguna que se asemejase siquiera a ese tipo de podredumbre.

Creo que no ha llegado el momento de hacer un balance justo del daño, pero sí sé que yo llegué a esa relación con mucho amor, con mucha fe, con esos ojos y ese corazón enamorado que piensa que si hace las cosas bien, todo saldrá de lo mejor…llegué creyendo en él y creyendo en el amor, con una voluntad abrumadora de ser feliz y de hacerlo feliz, pero H.M. destruyó esa parte de mí, que miraba con esperanza y dulzura las cosas, que suspiraba cuando escuchaba una canción de amor y que tenía la capacidad de ilusionarse con palabras bonitas y con ramos de flores.

Que no cunda el pánico que la estoy recuperando, pero es difícil porque es como tratar de mutar a un estado anterior, a una emocionalidad que ya no existe y a "otra persona" que dejé atrás.

Creo que eso de decir que uno jamás debe arrepentirse de nada no es tan cierto porque yo sí me arrepiento de haberme cruzado en su camino, no puedo decir que finalmente aprendí de las cosas que pasé con él porque creo que no hizo falta tanto sufrimiento, creo que las hubiera aprendido con el tiempo y algunos golpes para los que el corazón humano está preparado, pero ningún corazón está preparado para ese tipo de circunstancias, a ninguna edad, en ningún momento, nadie merece conocer que hay sentimientos y sensaciones así.

…y sobretodo nadie merece conocer ese lado de sí mismo que inevitablemente se activa, como los síntomas de una pandemia, cuando el virus es tan brutal y ladino como lo era H.M.

Sé que este daño me lo hice yo al no alejarme de él, pero H.M. actuaba exactamente como el virus que era para mí, si me veía lejos tratando de curarme, volvía…con el teléfono sonando sin parar toda la noche, con sus promesas del cielo, las estrellas y el “voy a cambiar”…este virus te gana por cansancio, siempre, como si no tolerase que puedas dejar de vivir enferma.

Lo curioso es que habiendo vivido problemas tan graves y delicados que eran de “a dos”, la historia fue distinta para cada uno. Él nunca sintió dolor (por lo menos uno visible) ni en los momentos en que por su causa yo tuve graves complicaciones incluso físicas, él siempre se dedicó a tomar y salir a comerse el mundo…yo no existía, así de simple. Y no se trata de los problemas típicos de pareja o de sacadas de vuelta sin cesar. No. Este señor de mente porcina me hizo cosas indecibles, me produjo sufrimientos irremediables que no pueden medirse y me convenció de que al ser él el causante del sufrimiento, sólo él podía remediarlo si le daba “otra oportunidad”.



La última vez que lo vi salí corriendo del lugar y hasta ahora nunca ha vuelto a encontrarme. Ese día me dije a mí misma que nadie volvería a hacerme sentir así, que nadie tenía derecho a tratarme como él lo hizo y sobretodo a hacer de mí una persona que no se sintiera orgullosa de lo que es.

Salí de ese lugar llorando. Llegué a mi casa, me lavé la cara y con cada lágrima me propuse lavar las heridas que H.M. había dejado en mi vida, me miré al espejo y sin cerrar los ojos vi ese flashback de mierda pura que viví, las sensaciones escarapelaron mi cuerpo, me preguntaba a mil por hora cómo había podido caer en una relación así, no tenía respuestas, me negaba a aceptar lo que había hecho de mí…enmudecida, finalmente me reconocí entre tanta lágrima, tanto dolor y tanta metamorfosis.

Detrás de todo eso, estaba yo. Felizmente, no me había perdido por completo, y lo más maravilloso era que alrededor mío estaban esas personas que sin conocer el trasfondo habían querido salvarme porque sabían que esa otra no era yo, porque creían en mí y en que mi corazón bueno seguía ahí; felizmente aun estando tan sumida en ese mundo, cuando salí de él no había cambiado con esa gente que me quería a pesar de todo…al parecer, me envilecía con este hombre de mente porcina, sólo con él y con nadie más.


A veces hay que tocar fondo para decidir levantarse, es verdad, pero no es necesario inmiscuirse en tanta basura para crecer. Hay que saber que la vida no está sólo hecha de momentos bonitos pero que es enfermizo buscar acomedidamente los malos momentos, hay que saber que la voluntad de luchar para que alguien te quiera no puede luchar contra la voluntad de la otra persona de hacerte daño.
No hay que intentar sacar a un hombre así del hoyo porque sin duda terminarás hundida, ni hay que quedarse a lado de alguien por aferrarse a la idea de que diste mucho y que tarde o temprano llegará la recompensa, porque el amor es del día a día y en esto nadie te paga las deudas con creces ni intereses porque no hay NADA que compense la falta de amor y el exceso de llanto.

En una relación se puede sufrir, claro que sí, pero creo que está mal pensar que necesariamente se tiene que sufrir cuando se ama, es mentira que el paquete viene completo, no es siempre así. Las diferencias existen, pero cuando se vuelven un virus que te hace daño, que te deja moribundo, cuando hay cosas con las que nunca vas a aprender a convivir porque sientes que no son sanas, entonces date media vuelta porque no tienes que aprender a hacerlo, sino créeme, el riesgo de pandemia se vuelve inminente.

Ese día de diciembre, desperté y decidí ser feliz. Poco a poco dejó de importarme, lo recordaba cada vez menos y jamás lo extrañé, fui dándome cuenta que en el fondo no había terminado de acostumbrarme a esta influenza porcina y eso me hizo sentir mucho mejor.

Al principio me cuidaba de no verlo, o de que si me viera se diera cuenta que yo estaba mejor que él, pero poco a poco también fui dándome cuenta que la competencia por el mayor daño había terminado y él ganó. Me hirió mucho más de lo que yo a él y tenía que aceptar lo dañada que estaba para salir adelante auténticamente, tenía que aceptarme, aceptar que era distinta pero tener fe en que volvería a ser la misma de antes.

Entonces dejé de esmerarme por aparentar que estaba bien porque no lo estaba, dejé de buscar compañía en otros chicos porque no estaba preparada para afrontar una relación con calidad de sentimientos, dejé de buscar juerga por juerga sólo para llenar vacíos que había que llenar con amor…y me di cuenta que tenía todo el amor posible de mi familia y mis amigos, que nunca me dejaron sola…aunque no me haya querido dar cuenta que estaban ahí.

Empecé a recuperar a esa persona que dejé atrás y de la que me sentía orgullosa, tomé decisiones importantes para mi futuro y emprendí nuevos proyectos, retrasé algunos otros para los que aún no me sentía preparada y me regalé desde una agenda para mi día a día hasta una fortaleza inquebrantable, esta vez para siempre.

Ahora, camino libre por las calles de siempre y por la vida…olvidé que a ambas las manché con lágrimas y temor, porque desde el día que dije NUNCA MÁS no he vuelto a llorar por esa historia, lloré sí por sus consecuencias en mí pero nunca más por él y me lamento mucho de haberla vivido pero tengo tanto por hacer y tanta energía que invertir en mí misma que por lo pronto no planeo deshidratarme por cosas que ya me valieron muchos malos ratos.

Ahora, escribo un blog y uso con más frecuencia zapatillas…me maquillo poco porque siento que soy más bonita cuando sonrío que cuando me pinto los labios, y ya no quiero impresionar a nadie haciendo cosas extras si no le basta mirarme y reír conmigo para sentirse afortunado.

Ya no me preocupa si el señor porcino está con alguien más, ya no quiero que le vaya mal ni le auguro nada malo, ya no importa si ahora él tiene la capacidad de iniciar algo nuevo y yo no y ya no soy mezquina al suponer que le irá mal, si cambia o si llega a hacer feliz a alguien, pues bien por él, yo no voltearé a mirarlo porque esta vez estaré preocupada en mirarme a mí.

Yo por lo pronto he iniciado la relación más bonita y más perdurable de todas…una increíble conmigo misma, con una luz que esta vez ha llegado para quedarse!

...sin malestar general porque cada día busco hacer las cosas bien para mi bienestar y el de la gente que quiero, sin dolor de cabeza porque ya no hay infidelidades ni mentiras que me angustien y que de paso me hagan cargar el peso de un gran par de cuernos jeje, sin dificultades respiratorias porque ahora respiro toda mi libertad y la bondad que tengo por dar, sin apetito reducido porque ya no hay preocupaciones ni depresiones que me quiten las ganas de comer, sin fiebre porque mi cabeza no está más caliente, esta vez está en su sitio…sin mascarillas porque ahora soy inmune a las mentes porcinas y sé que la mejor receta es perdonarse uno mismo y tener toda la voluntad de ser feliz…

…porque díganme ustedes…si la felicidad se destruye…¿acaso no se puede construir?...yo dejé la flojera y empecé...la felicidad está hecha de momentos y yo desde el final de ese feo episodio, tengo varios en mi haber para reemplazar cualquier recuerdo de esa pandemia.

¿Me siguen?

...

Canten conmigo:
http://www.youtube.com/watch?v=1Oy7YMs-vsI&feature=PlayList&p=C665AC9E9B774E8B&playnext=1&playnext_from=PL&index=14
(Un millón de cicatrices - El Canto del loco)

lunes, 6 de abril de 2009

Hoy terminé de olvidarme de ti

Después de 4 años, hoy terminé de olvidarme de ti.
Si empiezo este blog escribiendo nuestra historia es porque sin duda fuiste el amor más bonito que conocí, talvez porque a los 17 años el amor siempre es bonito y de alguna manera uno siempre se enamora de verdad.
Aquí te anuncio que eso será desde ahora sólo un recuerdo -bonito, sí- al que no recurriré muy seguido (mucho menos en mi etapa pre-menstrual), y no te digo adiós en persona porque si el amor es de dos, el adiós también y no tiene sentido decirlo tan a destiempo cuando tú no me lo has dicho nunca en palabras pero desde hace mucho me lo vienes diciendo en actos, y yo muy a la inversa, he repartido incontables adioses, siempre con palabras y nunca con hechos.

Te conocí el primer día de la universidad cuando en la lista llamaron tu nombre de mosquetero y te miré, abrías tus lindos ojazos y te reías como un niño, lo eras.
En ese entonces yo andaba dizque extrañando a un amor de la ciudad que dejé por volver a Lima a estudiar. A mitad de año y con la mitad de sentimientos confusos y la otra mitad masoquistas (porque él no me hacía feliz, pero esa es historia de otro cuento), terminé volviendo con ese novio de la ciudad que dejé por Lima, para dejarlo a fin de año en esa misma ciudad, aunque esta vez por ti…y vale decir que jamás me arrepentí.
Pasé un año maravilloso, sin creer que tanto amor existiera y creyendo sí que envejecería contigo, con miel en los labios, tu piano, mi poquito de poesía, y que seguiría escribiendo cartas de amor todos los días.
Quien lea esto pensará que hablo del amor natural de cualquier par de chibolos templados con mucho tiempo libre para andar acaramelados, pero no es así, yo a tu lado conocí la mayor felicidad posible y te bauticé como mi ángel, encontré nuestro cielo (un cuartito a dos cuadras de la universidad que mi prima me dejó “cuidando” para irse con su novio), dejé que tomaras mi mano y aprendí a no preguntar a dónde me llevas.
Fui muy feliz, lo fuimos (no felices, feliz, en singular, porque decíamos que éramos uno sólo).
Pero vino el segundo año, los vaivenes de discusiones, casi todas por mi culpa, y tú muy tolerante, me repetías el credo diario del “ya pasará”.
Pero no fue así, yo creía que el amor no se acababa, así me lo habían contado muchas veces, creía en el “a pesar de todo”, estaba segura que el apoyo incondicional compraba finales felices, que las promesas eran como los contratos que luego estudié en la facultad, con todo y sus obligaciones, penalidades y responsabilidad. Me equivoqué.
El amor es irresponsable porque no avisa si se va, y lo peor, no consulta si se queda en “no conectado” o “invisible”¸ mandándote mensajes y zumbidos de vez en cuando para decirte aquí estoy pero soy muy cobarde para conectarme (y conste que salvo el símil del msn y el skype, lo demás es exactamente lo que dijiste, lo de cobarde, agregado a un gran te amo que no me dejó dormir alguna vez, ni vivir, otras muchas).
Un día cambiaste de carrera y me cambiaste a mí. Eso no fue lo peor.

Me dejaste, según decías, por alguien que no amabas, que besaste sin encontrar cualidad en sus labios, pero que te enseñó la cualidad que tú más necesitabas conocer: cómo alejarte de mí.
Decías que estabas con ella para no volver conmigo porque te lastimé y no nos iba bien y no querías sufrir, y, y…y te amo repetías una y otra vez…pero te amo.
Me decías que ella te parecía tonta, inmadura, una niña, me llegaste a contar sus intimidades algo escalofriantes, que yo oí, callé y tomé de consuelo para creer que si no había nada de amor entre ustedes y mucho entre nosotros, pronto (me dije muchas veces) te recuperaría.
Entonces creí que esperarte valdría la pena…total, tú no tenías una relación de verdad con ella, total, tú me amabas y volverías…
Me lo decía tu familia, nuestros amigos (felizmente nunca dejaron de serlo) y me lo decía yo misma, inventando palabras para cuando regresaras, enmendando errores, matando defectos, tratando de volverme esa mujer que tú merecías que yo fuera, la del inicio, porque al fin y al cabo tú me amabas, no?
Nos acostamos varias veces mientras seguías con ella, pero el pasatiempo de unas semanas se convertía en una relación de meses (luego de años) que ella divulgaba en todas las páginas de internet habidas y visitaba las mías hasta ahora no sé si por curiosidad o por querer que me diera cuenta de lo bien que habías aprendido a posar para las fotos.
Pero yo, aunque ya más dubitativa, creía finalmente que sí, que me amabas, porque volvías, porque me besabas, porque tu nick seguía siendo el mismo y yo seguía teniendo tus claves (claro, ya tenías otro e-mail) porque si yo cambiaba mis números telefónicos, estabas en mi puerta y si te pedía que te fueras, te quedabas ahí.



Extrañamente nunca la odié, cuando la conocí tenía como dijiste, toda la apariencia de una niña, años después cuando vino a buscarme a la media noche, comprobé que lo era, a pesar que para ese momento ya era la madre de tu hijo.
En esos años rompí un corazón, probablemente del hombre que más me ha amado a mí. Siempre me pregoné a mi misma que tú eras quien más me había amado porque lo que vivimos y sentimos sólo tú y yo lo conocemos y lo podemos describir, y talvez tú me amaste incomparablemente como mujer, pero este chico me amó como ser humano y eso, la vida te lo enseña, vale mucho más.
Curiosamente no le rompí el corazón por ti, porque a sus ojos traté siempre de disimular lo que sentía, sino por un tipo sinH que fue sin duda la peor experiencia y el peor error de mi vida, que evidentemente nunca me quiso, porque él sólo sabe quererse a sí mismo y a ciertos vicios que talvez en un momento me atreva a contar.
De este tipo sinH me quise enamorar, fingí estarlo porque creí que yo también podría amarrar mis brazos al cuello de otro para decirle adiós a mi historia contigo.
El remedio resultó peor que la enfermedad porque con él conocí lo peor del amor, perdón, del dolor, de las relaciones humanas, de la vida y de mí misma, que es lo que más me costó resarcir.
Entonces, como puede intuirse, volví mil veces a la idea de que tú y yo éramos el uno para el otro, y que si ahora (que ya lo había confirmado bastante bien por hechos, tu propia familia y por ti mismo) sólo estabas con ella por tu bebé, entonces tarde o temprano volveríamos a estar juntos.

Esa noche, la que ella se apareció en mi casa queriendo “conocerme” porque "pensaba que si yo seguía siendo tan amiga de la familia era porque era una buena persona" (sí, igual que todos, yo ahora también pienso que está loca, pero en ese momento creí que estar ahí sentadas hablando de ti era algo muy humano), me dijo entre otras cosas que no te amaba pero que te quería mucho, que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado aunque incongruentemente me reclamó que al principio yo intentara volver contigo…por lo mucho que te quiero sabes que callé, callé estoicamente, me mordí más que los labios, el corazón, para no decirle todo lo que había pasado entre nosotros, lo que me habías dicho de ella, para no confesar tus tantos te amo y contarle la verdadera historia de este triángulo muy involuntario que ella se creía y yo no porque para mí en esto sólo fuimos dos.
No dije nada, sólo que –como era verdad- hace tiempo no te veía y que yo estaba en otra, y que esperaba –como era también cierto desde hace algún tiempo- que fueran felices porque te conocía y sabía que lo que más querías en la vida era una familia, y ella y tu bebé eran ahora tu familia.
Me pareció mezquina, decirle que no te amaba a una mujer que te amó tanto como yo, proclamar una relación contigo que ya no existía (y en ese momento de verdad ya no existía), venir a saldar cuentas que ya no estaban pendientes cuando actuó siempre como una cobarde, no me desgastaré mencionando los motivos para llamarla así, sólo quiero decir que los tengo.
Ese día sólo terminé por decirle que tú eras alguien que está acostumbrado a brillar sin querer, lo que no le dije, también por ti, era que ella definitivamente -y queriendo- nunca iba a dejarte (brillar).
Al final, hace no mucho, te dejó.
Que quede claro que en estos cuatro años hice mi vida. Principalmente en los últimos dos, la hice mal pero la hice, no viví pensando en ti, pero sí muy recónditamente jugando el juego del vaso medio lleno-medio vacío, porque te iba olvidando poquito a poquito pero al mismo tiempo iba conservando las más importantes aunque cada vez menos esperanzas.

Hace dos días hablamos por teléfono, tu familia está atravesando un momento difícil y quise decirte que estaba ahí, de lo que no me di cuenta fue que el estar ahí no era algo que dependiera de mí exclusivamente, sino también de ti y tú hace tiempo que no me necesitas ni ahí ni allá, ni en ningún sitio (aunque siempre termines diciendo lo contrario). Me contaste que habías vuelto a ver (y a besar y seguro algo más) a tu primera enamorada (una antes que yo) que vive fuera y me dijiste que talvez sino hubieran sido sus cortas vacaciones aquí no hubiera pasado nada.
Estaba en mi cama boca arriba y sentí extraño, me sentí medio cojuda y me di cuenta que todavía conservaba tres adornos que me regalaste colgados en mi ventana.
Debo recordar que cuando terminamos no sé si por madurez o niñería te devolví tus regalos, por mucho tiempo no supe si hice bien, ahora creo que por lo menos me siento bien de haberlo hecho no por tonto orgullo sino porque tus cosas invadían mi mundo y así hubiera sido todavía más difícil sacarte de él. El hecho es que como esos tres adornos no eran muy visibles, no los vi y no te los devolví.
En ese momento, contigo al teléfono, caí en la cuenta que era tiempo de sacarlos de ahí, de cerrar mi página.
La que creí en innumerables momentos cerrada diciéndome a mi misma que me había olvidado de ti, pero lo cierto era que el proceso continuaba, por eso cuando empecé a escribir este post lo titulé “Hoy me olvidé de ti” pero bastaron unos cuantos párrafos para entender que el retrato más fiel de lo que me pasaba era que “hoy me terminaba de olvidar de ti”.

Creo que en la mayoría de casos uno se olvida primero del amor y luego del dolor, aquí fue muy al contrario y me da gusto y orgullo, porque quiere decir que lo nuestro fue muy grande y que te amé más allá de los besos en la boca, por eso de alguna manera estuviste también cerca estos 4 años como mi amigo, en algunos momentos disociando bien el tema podías ser mi amigo y mi recuerdo de amor más presente, y en otros auténtica y únicamente mi amigo (sobretodo en los que yo estaba felizmente acompañada).

Hoy tengo la certeza de haber terminado el proceso engorroso y burócrata de olvidarme de ti, pero claro que te quiero, sólo que ya no te quiero más en mi vida.
Será porque yo no busco novio, no por ahora.